lunes, 18 de julio de 2011
Reflexiona
La poesía es algo tan íntimo, algo tan esencial, que no puede ser sin diluirse. Sería como tratar de definir el color amarillo, el amor o la caída de las hojas en el otoño. Yo no sé cómo podemos definir las cosas esenciales. Se me ocurre que la única definición posible sería la de Platón, precisamente porque no es una definición, sino porque es un hecho estético. Cuando Platón habla de la poesía, dice: «esa cosa liviana, alada y sagrada.» Quizás eso puede definir de cierta forma a la poesía, ya que no la define de un modo rígido, sino que ofrece a la imaginación de un ángel o de un pájaro.
La poesía es el hecho estético. No es un poema; tampoco es tal o cual verso. Es el hecho poético que se produce cuando el poeta lo escribe, cuando el lector lo lee, y siempre se produce de un modo ligeramente distinto. La poesía es un hecho misterioso, inexplicable; nunca incomprensible.
Hay personas que sienten escasamente la poesía; por lo general, esas personas se dedican a enseñarla. Yo creo sentir la poesía y creo no haberla enseñado. He enseñado, en todo caso, a querer a la literatura, a que se vea en la literatura una forma de felicidad.
Jorge Luis Borges
Independientemente de cuál sea su forma de presentarse, verbal o visual, la poesía se caracteriza por manifestar una actitud subjetiva en la que se expresan sentimientos. Es más que un ejercicio de comprensión; es encuentro y empatía. La poesía siempre conlleva un rico caudal humano, ya sea porque hay alguien que la hizo surgir, o bien porque hay alguien que nos condujo hacia ella.
sábado, 16 de julio de 2011
Fábula Tradicional
La cigarra y la hormiga
Una hormiga, llegado el verano, recogía afanosamente granos de trigo y cebada, guardándolos en su granero para alimentarse en el invierno.
La cigarra, que pasaba el día cantando, se sorprendió de verla tan trabajadora en época en que los animales, dejando sus faenas, se abandonan a la buena vida y a la diversión.
Calló la hormiga, pero cuando llegó el invierno y con él la escasez de provisiones, la cigarra, hambrienta, fue a pedirle a la hormiga unos cuantos granos para alimentarse.
Entonces la hormiga replicó:
- Ya ves, holgazana, si hubieras trabajado en el momento oportuno, hoy no carecerías de alimento. Canta, pues, ahora, mientras yo como.
Si el ocio causa tedio,
el trabajo es buen remedio.
Esta fábula, de acuerdo con los principios retóricos tradicionales, posee introducción, desarrollo, conclusión y moraleja. Es perfecta para cualquier curso para desarrollar la comprensión lectora.
Una hormiga, llegado el verano, recogía afanosamente granos de trigo y cebada, guardándolos en su granero para alimentarse en el invierno.
La cigarra, que pasaba el día cantando, se sorprendió de verla tan trabajadora en época en que los animales, dejando sus faenas, se abandonan a la buena vida y a la diversión.
Calló la hormiga, pero cuando llegó el invierno y con él la escasez de provisiones, la cigarra, hambrienta, fue a pedirle a la hormiga unos cuantos granos para alimentarse.
Entonces la hormiga replicó:
- Ya ves, holgazana, si hubieras trabajado en el momento oportuno, hoy no carecerías de alimento. Canta, pues, ahora, mientras yo como.
Si el ocio causa tedio,
el trabajo es buen remedio.
Esta fábula, de acuerdo con los principios retóricos tradicionales, posee introducción, desarrollo, conclusión y moraleja. Es perfecta para cualquier curso para desarrollar la comprensión lectora.
miércoles, 13 de julio de 2011
El último Semáforo
Jorge debía irremediablemente preguntar por su ruta en ese último semáforo, antes de meterse en la autopista. Pero no había nadie en él. Si perdía su salida, le tocaría recorrer al menos treinta kilómetros más y, lo que era peor, llegaría tarde a su entrevista de trabajo. En ese instante, a su derecha se detuvo un flamante Mercedes. Al volante estaba un señor de unos sesenta años y de aspecto altivo. Su boca dibujaba el típico rictus del empresario insatisfecho con la cuenta de resultados. Además, el hombre debía de estar enfermo porque no dejaba de sacudir la cabeza. Jorge casi no se atrevía a preguntarle pero debía hacerlo. Sacó la cabeza por la ventanilla del lado pasajero y, con gesto respetuoso, le pidió que bajara el cristal. A Jorge le pareció que, de frente, la cara del señor era aún más impresionante. Sin inmutarse, el empresario disgustado pulsó el botón para bajar la ventanilla. De repente, del interior del Mercedes salieron, atronadores y ensordecedores, los acordes más estridentes del estribillo de “I can’t get no” de los Rolling Stones. Al ver la cara conmocionada de Jorge, el hombre, con una ligera mueca a modo de disculpa, detuvo inmediatamente la música. Algo atolondrado, Jorge acertó a duras penas a preguntarle por la salida de Chinchón…
Este es un minicuento que lo encontré en una página web. Esta muy bueno, ya que lo utilice en un trabajo de recurrencia del ramo de "Lingüística del texto ". Además, posee muchas elisiones y pronominalizaciones.
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